Ataques de ira: cómo manejarlos sin dañarte a ti o a alguien más
- Leonardo García
- 7 abr
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 8 abr

La ira es una emoción humana que todos tenemos. Pero cuando se descontrola y se manifiesta en forma de ataques, puede ser bastante dañino tanto para quien la experimenta como para quienes lo rodean, como amigos, compañeros de escuela, parejas y familiares.
Un ataque de ira puede sentirse como una ola intensa que te invade, nublando por completo tu juicio. Incluso, puede llevarte a decir o hacer cosas hirientes de las que luego te arrepientes.
A diferencia del enojo, la ira es más intensa, pues te vuelves impulsivo y poco racional. De acuerdo con la UNAM, tu cerebro libera adrenalina, noradrenalina y dopamina, lo que te hace actuar más por la furia que por el pensamiento.
Comprender qué sucede durante los ataques de ira y aprender estrategias efectivas para manejarlos te puede ayudar a no perder el control y así evitar que dañes tus relaciones cercanas o que te crees una mala reputación en la prepa.
Según Psychology Today, los ataques de ira son el resultado de una acumulación de frustraciones, estrés o sentimientos reprimidos. También tiene que ver que tan tolerantes somos ante situaciones de molestias, celos, o envidia.
Ante esas situaciones, el cuerpo reacciona fisiológicamente: el ritmo cardíaco se acelera, la presión arterial aumenta y los músculos se tensan. Mientras que a nivel mental, la razón es desplazada a segundo plano, dominada por la intensidad de la emoción.

¿Qué hago para calmar mis ataques de ira antes de herir a alguien?
Los ataques de ira son peligrosos para ti y los que te rodean. El daño que puedes hacerte o hacer a los demás puede ser psicológico, emocional y, en el peor de los casos, físico.
Recuerda que en un estado de furia no eres capaz de medir bien tus acciones, por lo que es mejor aprender a reconocer cuando tenemos un episodio y las técnicas para relajarnos. Estas son algunas de las que recomiendan los expertos:
Reconoce las señales tempranas en tu cuerpo: Presta atención a los indicadores físicos y emocionales que preceden a un ataque de ira.
Aléjate de lo que te molesta: Si es posible, retírate de la situación que está desencadenando tu ira. Un breve descanso puede ayudarte a calmarte y a recuperar la perspectiva.
Respira profundo antes de actuar: Reduce la tensión física y mental con una respiración lenta y profunda. Si es necesario, hazlo en un lugar donde puedas estar más tranquilo.
Piensa si vale la pena enojarte: Cuestiona los pensamientos negativos y exagerados que alimentan tu ira ¿El problema tiene solución? Medita en como arreglar la situación.
Comunícate asertivamente: Una vez que te hayas calmado, intenta expresar tus sentimientos y necesidades de manera clara y respetuosa, sin recurrir a la agresión verbal o física.
Si a pesar de todo esto sigues teniendo episodios de ataques de ira frecuentes, lo mejor es que acudas con un especialista. En tu prepa pueden orientarte o incluso puede que tengan ahí mismo apoyo psicológico para los alumnos.
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